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lunes, 16 de abril de 2018

'Brawl in cell block 99'. El descenso a otro infierno estadounidense


'Brawl in Cell Block 99’ es el segundo  descenso de S. Craig Zahler a los infiernos, tras una prometedora ‘Bone Tomahawk’ (2015), que incluía el elemento fantástico y el wéstern para contarnos una historia de terror repleta de sangre, opta en esta ocasión por un drama carcelario sin menor dosis de gore. Como ya sucediese con su anterior película, el paso de la obra de Craig Zahler por las salas españolas ha sido discretísimo: el Festival de Sitges, la muestra de Sy-Fy celebrada en marzo en Madrid y deje usted de contar. Al parecer, los distribuidores no se arriesgan con tan descarada historia de violencia contagiosa y nervio. Eso sí, desde el pasado día 4 de abril puede verse en el videoclub de Movistar+. Quizás en la pequeña pantalla se haga más digerible esta indigesta pesadilla.


Si en su ópera prima la apoteosis final se hacía de rogar bastantes más minutos que en la cinta actual, era porque Craig Zahler se había preocupado de configurar unos personajes que, si bien no tenían excesivo relieve, resultaban frescos e incluso entrañables. Además, el elemento fantástico/terrorífico era un producto original al que se le podía aplicar incluso concepciones antropológicas por mucho que esos seres pálidos y enfurecidos resultasen tremendamente desagradables.  Casi lo mejor de la nueva cinta, protagonizada por un Vince Vaughn serio, tan serio que coquetea con la la rigidez (se nota que su territorio es la comedia),  y una creíble Jessica Carpenter, es la primera media hora, algo histriónica, bastante manida por momentos, pero de una concreción muy diestra a la hora de desencadenar el conflicto y aunar los propósitos de unos personajes coherentes en su delirio; durante esta primera parte no sólo se consigue romper con las expectativas de forma asombrosa en un par de ocasiones, sino que los planos secuencias que persiguen esa cabeza rapada son bellos y correctos.


Sin embargo, ‘Brawl in Cell Block 99’ cae en demasiados lugares comunes y aplasta demasiados cráneos como para convertirse en un ejercicio inteligente de cine. Tiene diez o doce minutos verdaderamente angustiosos, cuando llega a la cárcel donde se encuentra la celda que da nombre a la cinta. Es entonces, al producirse la intromisión en el último círculo de ese averno dantesco desprovisto de toda finura, cuando se abre un agujero a la catarsis. Pero toda la sangre se va por el sumidero con la apoteosis final, excesiva en todos los aspectos.

Los villanos, demasiado "monofacéticos", y Vaughn demasiado plano y preocupado en dislocar codos como para mostrar el desengaño, ingrediente clave de esta trama de crueldad y ensañamiento, restan mucha fuerza a la historia. Hablo del desengaño con la patria, con la bandera americana, omnipresente (en la casa de los protagonistas, en las cárceles, en los sombríos edificios donde el personaje de Vaughn hace las funciones de camello) pero que no hace nada para despertar al héroe de su sangrienta pesadilla. 'Brawl in cell block 99' puede verse como la mirada más pesimista de 'Sólo ante el peligro' (1951). Si se decodifica en el sentido político, la intención de Craig Zahler no es otra que hacernos ver que 'la caza de brujas' ha vuelto, ya sea por la llegada de Trump al poder o por la inestabilidad nacional e internacional que no se disuelve lo más mínimo por muchos años que pasen, cierto es que las voces autorizadas de Hollywood parecen más reivindicativas que nunca en varias décadas, pero la libertad de expresión comienza a estar cada vez más limitada, ya sea por haches o por bes.


Aunque más allá de si nos enfrentemos a este 'drama' carcelario desde una perspectiva más o menos trascendental (también entra en juego el conformismo y las expectativas vitales en uno de los pocos, y muy acertado, cliché humorístico), tanto el director como el director de fotografía (Benji Bakshi, ya trabajó con Craig en 'Bone Tomahawk') se esfuerzan por crear un universo opresivo y onírico recargado de azules, que si en cierta manera consigue crear una sensación en el espectador que le hace navegar entre la realidad más cruda y lo ilusorio, también se termina ahogando en la repetición en la que cae la parte argumental. El resultado final es un mal sueño barroco en golpes y demasiado sobrio en profundidad psicológica (no era la intención, es obvio) y en originalidad.



Lo mejor:  La primera media hora.
Lo peor: El excesivo final.

Valoración: 3/10

Javier Haya

Tráiler


Mejor que: 'Un ciudadano ejemplar' (2009), si seguimos por la rama de pseudo-dramas carcelarios.
Peor que: 'Bone Tomahawk'.

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