Síguenos en Facebook

Siguenos en Facebook Síguenos en Twitter

lunes, 22 de enero de 2018

'C'est la vie'. La previsible burguesía francesa

Olivier Nakache y Erik Toledano vuelven este viernes a las salas de nuestro país con otra comedia que se desliga de la problemática socio-racial de sus anteriores 'Intocable' (2011) y 'Samba' (2014) (sin olvidar los actores de raza negra, con una Eye Haidara cuya expresividad recuerda a Omar Sy, al que se echa de menos en esta cinta). Menos comedida que sus trabajos previos, la nueva obra de la pareja francesa trata de hacer reír a toda costa, de forma impaciente y desesperada, sólo al final, cuando se despega mínimamente del cliché, consigue reposar el frenesí.


Y es que el arranque, no sólo no consigue ser tan potente como el de 'Intocable' (para un servidor, lo mejor de aquel taquillazo francés), si no que la primera hora roza el tedio: todo son lugares comunes, planos y contraplanos de los que se sirven para grabar conversaciones estúpidas, chistes propios del peor José Mota, personajes trillados... Pero tras el discurso del ególatra Pierre (Benjamin Lavernhe), todo comienza a elevarse por algún misterio.


Todo sigue siendo sorprendentemente previsible. Los acontecimientos se ven llegar desde el otro lado de los Pirineos, pero poco importa, porque tras esa agitación de trapos convertidos en hélices el cariz de los acontecimientos se torna menos forzado, más liviano; una vez presentados los estereotipados protagonistas de esta boda accidentada estos se desenvuelven con más naturalidad, aunque siempre empujados a ese giro adivinado. El ejemplo más claro es el fotógrafo, interpretado por Jean-Paul Rouve, y que hasta el desenlace no hace sino de la versión francesa de Paquete en 'Vergüenza' (2017) (la similitud en actitudes grotescas e hiperbólicas es tal que me preguntó que guión fue escrito antes, porque la acusación de plagio es más clara que la de Juan Gómez-Jurado con 'La Peste' (2017), en cualquier caso, están estigmatizando el gremio), pero que luego adquiere unas formas más empáticas y reflexivas.



Es más, durante la última media hora se puede incluso disfrutar de algún plano bonito, como el gran general de Max (Jean-Pierre Bacri) sujetando una antorcha, la escena del globo cuyo montaje es dinámico, divertido y estético, o la ambientación de la penúltima secuencia, iluminada con velas y con una gran sorpresa musical. En ningún momento resulta hilarante la cinta, eso sí, es más digerible en el último tramo porque de hecho pierde las pretensiones de hacer reír por encima de todas las cosas.



Las actuaciones son más que decentes en todos los casos (Francia puede presumir de cantera de actores). Y uno de sus mayores aciertos es ya no sólo obviar el estereotipo del extranjero, sino mediante la visión de estos, sacar a relucir de forma sutil y amistosa la hipocresía y la superficialidad de la cultura francesa, extensible a todo occidente, con sus pelucas, sus sombreros de cowboys, su telefonía móvil y sus baladas italianas. A pesar del mal trago inicial, de problemas postizos y retruécanos argumentales, la película deja buen sabor de boca.

Lo mejor: La sonrisa de Roshan (), su incapacidad para mentir.

Lo peor: La primera hora de metraje y el chiste robado a 'Los Simpsons'.

Valoración: 6/10

Javier Haya

Tráiler



Mejor que: 'Ocho apellidos vascos' (2014)

Peor que: 'Tres bodas de más' (2013)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
 
Blogger Templates