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sábado, 14 de octubre de 2017

Crítica de 'A 47 metros': una idea regular bien ejecutada

Sin las pretensiones de 'Tiburón' (1975) de Steven Spielberg, el director Johannes Roberts plantea con 'A 47 metros' un film que recupera la esencia de tensión, intriga, supervivencia en el mar e incluso un poco de terror en este subgénero del cine, que encuentra en el verano su estación ideal para morder los estrenos cinematográficos. Con una idea simple: dos hermanas de vacaciones en México se apuntan a bañarse entre tiburones blancos dentro de una jaula, pero una catastrófica serie de importunas casualidades hacen que se rompa la cadena que las tiene sujetas y caigan al fondo marino con poco oxigeno y muchos tiburones. ¿Esperar a una posible ayuda o salir de la jaula exponiéndose a los tiburones y sin parar para hacer la descompresión?


Con un argumento nada retorcido sino muy sencillo, Roberts consigue desarrollar un producto que atrapa y mejora los últimos antecedentes del género: 'Marea letal' (2012) de John Stockwell y 'Infierno azul' (2016) de Jaume Collet-Serra. Y no es precisamente que Roberts sea un genio, sino un pragmático que exprime -utiliza sería quedarse corto- los (pocos) recursos de los que dispone y acierta en la toma de las decisiones a la hora de narrar la historia, porque parte de una idea simple que ejecuta por encima de las posibilidades del guión. Pudiendo relatar los sucesos desde diferentes puntos de vista -dentro del agua y fuera del agua- Roberts decide mostrar al espectador solo lo que acontece a las protagonistas. Una decisión que no hace más que incrementar el nervio de la película, facilitando que avance sin dificultades a lo largo de las dos horas, que ocupan la lucha para sobrevivir debajo del agua. Se mantiene con esta estrategia la rigidez en el espectador incluso ante planos que invitan a la calma.


Porque en 'A 47 metros' se aprecia cómo el director saber jugar con las cartas de las que dispone, no abusa en exceso de mostrar tiburones sino que encuentra otros recursos para administrar e incrementar el nervio y la tensión con la que se desarrolla la acción a partir del momento clave, cuando caen al fondo del mar . Porque más allá de los tiburones, que acentúan el contexto de tensión, la limitación de oxígeno disponible junto con otros imprevistos enriquecen los recursos con los que inquietar al espectador.  Una profundidad oscura que invisibiliza el paisaje desolador (no solamente por la multitud de tiburones hambrientos sino también por la pobreza del fondo marino) que incrementa el clímax, como también los impedimentos a la hora de comunicarse por radio a tanta profundidad. Otro elemento a aplaudir y que la engrandece, ante sus ultimas predecesoras, es el realismo tecnológico de los escualos. Esa mezcla de recursos se plasma en el final, convirtiéndose en una decisión arriesgada que sale bien, muy bien.


Sin oportunidad alguna de asemejarse a 'Tiburon' de Spielberg, no es su intención y sería injusto: 'A 47 metros' se desarrolla más que correctamente, cumpliendo con sus objetivos y satisfaciendo al espectador. Tanto es así que para el 2019 ya hay prevista una secuela, con el mismo director, 'A 48 metros'. Parece que Johannes Roberts ya ha empezado haciendo un esfuerzo de superación con incluir un metro más de profundidad. 

Lo mejor: cumple con lo que se espera de la película

Lo peor: la simplicidad del guión

Nota: 6/10 


Trailer:


Mejor que: 'Infierno azul'  (2016) de Jaume Collet-Serra

Peor que: 'Tiburón' (1975) de Steven Spielberg

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