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lunes, 6 de marzo de 2017

Vals con Bashir, bailándole a la más fea

Si 'Vals con Bashir' comienza con una pesadilla recurrente no es casual. Eso es la guerra, una pesadilla recurrente. Se repite, aquí y allá, se repite. Casi siempre, como las pesadillas, no tienen una interpretación racional; la lógica flaquea en algún que otro punto: ¿Por qué soñé con ella? Porque fue lo último en lo que pensaste antes de quedarte frito, ¿por qué los perros? Porque la guerra nos convierte en animales, vengativos, rabiosos. Lo olvidé todo, ¿por qué? Porque te convenía.


No me viene a la cabeza otra película que consiga representar mejor el mundo de los sueños que 'Vals con Bashir', tal vez sólo el maestro David Lynch con obras como 'Blue Velvet' y esas escenas de la cortina o, de principio a fin, 'Cabeza borradora' se acerquen al delirio de Folman. La cadencia aletargada de unas imágenes desasosegantes, arrítmicas, terroríficas y surrealistas da la impresión de estar sumido en un trance, en una de esas alucinaciones que se sufren en la duermevela.

Ari Folman es el propio protagonista de su relato, un Folman que apenas recuerda nada de la guerra (más bien carnicería, la Masacre de Sabra y Chatila al oeste de Beirut en la que miles de palestinos civiles murieron a manos de la Falange Libanesa) en la que la nación israelí le obligó a combatir cuando era apenas un renacuajo de diecinueve años. Por eso se entiende la película como un largo documental de animación (de hecho Ari, hasta la fecha, sólo había realizado no ficción) y al mismo tiempo, un ejercicio psicológico sobre la recuperación de la memoria, de la historia, de la hecatombe.


Durante este viaje al centro del recuerdo, el cineasta israelí entrevista a antiguos compañeros de brigada y otros personajes reales para formarse en la cabeza una imagen de la realidad. Entre ellos se encuentra Shmuel Frenkel (cuyo baile, con metralladora en mano, da nombre a este delirio bélico); Ronny Dayag con su perspectivismo, con su remordimiento, con su sensación de culpa; Yehezkel Lazarov y otros testimonios interesantísimos que irán dando forma a un relato fragmentado por el olvido.



'Vals con Bashir' es un baile lento y violento, en el que la música juega también un papel fundamental, forma parte de la transformación inhumana que la guerra, por causas incomprensibles (¿religión?, ¿dinero?, ¿orgullo?, ¿verdad?), provoca y que tanto cuesta rectificar. ¿Cómo se puede cantar alegremente 'Good morning Lebanon' mientras se tirotea indiscriminadamente sin apuntar siquiera? Max Ritcher marca el pulso de la película, que incluye también himnos antibelicistas como 'Enola Gay'.

A la lentitud de las imágenes se les dota de cierto dinamismo interno. Se consiguen planos que resultarían difíciles de grabar incluso en acción real: se combinan alturas de cámara con un predominio de la baja que le otorga a la cinta un equilibrio que no tiene en el plano argumental. Ari Folman muestra el horror con infinidad de recursos visuales.


Que no te cojan los perros. Que no te alcance la guerra. Para huir del enemigo hay que conocerlo, Ari Folman nos hace las presentaciones con la guerra: ese demonio de destrucción, de locura. Y nos lo presenta de la mejor forma posible: todo lo irreal que debería ser y todo lo real que es.

Lo mejor: La forma, esa animación pausada y dinámica, a golpe de pólvora y sinapsis.
Lo peor: Las explícitas imágenes de la Masacre al final, uno ya puede hacerse a la idea de lo que aquéllo fue.

Valoración: 9'5/10

Javier Haya

Tráiler



Sinopsis
Documental animado sobre la matanza de refugiados palestinos en Sabra y Chatila (Líbano) en 1982. Una noche, en un bar, un viejo amigo le cuenta a Folman una pesadilla recurrente en la que le persiguen siempre 26 perros. Los dos hombres llegan a la conclusión de que la pesadilla tiene que ver con una misión que realizaron para el ejército israelí durante la primera guerra con el Líbano a principios de los años ochenta. A Folman le sorprende el hecho de no recordar nada de ese periodo de su vida. Intrigado, decide hablar con viejos amigos y antiguos compañeros dispersados por el mundo entero. Necesita saber la verdad acerca de esa etapa y de sí mismo. Poco a poco sus recuerdos reaparecen bajo la forma de imágenes surrealistas.

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