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lunes, 20 de junio de 2016

'Fátima', no todos los héroes llevan capa

No todos los héroes llevan capa. Algunos llevan traje claro como Henry Fonda en 'Doce hombres sin piedad' (1957), otros vestimenta hippie como Frank Serpico, unos cuantos apuestan por la cresta punk de Travis Bickle, los más desconfiados nos protegen del mal con una Magnum 44 -el mejor revólver del mundo según Harry El Sucio-, los hay que luchan con sotana -y si no me creen vean 'El día de la bestia' (1995)- o con uniforme de la Stasi a lo Ulrich Mühe. También hay muchas, muchísimas heroínas. Wadjda se desplaza, en lugar de con bat movil o trastos lujosos, en una bicicleta verde, y Marion Cotillard reparte justicia de puerta en puerta vistiendo ropa de mercadillo en 'Dos días, una noche' (2014). La heroína invisible que nos muestra Philippe Faucon viste, como tantas otras, hijab. Prénom: Fátima.


Nacido en Marruecos, hijo de un soldado francés y una pied-noir argelina, Philippe Faucon siempre ha reflejado en sus películas las preocupaciones y conflictos de la población magrebí en su país, a pesar de que por sus venas no corre sangre árabe. Este es su su sexto largometraje, sin embargo, nunca su trabajo había tenido tanta repercusión, de hecho en nuestro país no se habían estrenado sus anteriores filmes. Con 'Fátima' ha arrasado en la última edición de los César: tres premios, incluyendo el de Mejor Película.

Fátima (Soria Zeroual) es una divorciada de origen argelina que debe criar a dos hijas limpiando casas y oficinas, sin apenas saber francés, en un país que le es extraño, cuyas costumbres desconoce y no termina de comprender. Es un personaje invisible tan real, cotidiano y luchador que esta clase de películas son en cierta medida necesarias. Faucon casi opta por contar la historia en clave neorrealista: contrata a actores noveles como Soria, que se gana la vida limpiando, al igual que el personaje que interpreta. La cámara se mueve poco, se mantiene a una prudencial distancia de las personas  y cada escena parece un pequeño capítulo de la vida y repetitiva de una familia de clase baja agobiada por la presión de una sociedad desigual y dividida por el prejuicio.


'Fátima' consigue escapar de la inercia pesimista de la otra gran película francesa de temática social de este año, 'La ley del mercado'. Los personajes de Faucon no están deshumanizados como los de Brizé, aquí los burócratas y los funcionarios galos tratan de ayudar en la medida de la posible, pero el sistema no permite escapar de la asfixia económica, del abismo cultural entre dos mundos y que llevan ya mucho tiempo en contacto. Sin embargo, 'Fátima' adquiere un tono de autocompasión que se acentúa conforme avanza el drama, este actitud se muestra sobre todo en los escritos de la protagonista, y ciertamente le resta bastante galones a una película que podría haber optado por otros derroteros menos deshonestos.

La mayor virtud de la película es mostrar de forma sincera y real como la propia vida, las relaciones personales dentro de la familia y los comportamientos humanos. El contraste entre las mentalidades de las dos hijas aporte un toque muy sugestivo a la película: mientras que la mayor, Nesrine (Zita Hanrot), se sacrifica para salir de la situación precaria de su familia mediante el estudio, Souad (Kenza Noah Aïche) parece atascada, no le gusta lo que ve ni lo que vive, e injustamente lo paga con su madre.


Austera y sencilla, 'Fátima' es una película de ficción verdadera contada de forma correcta, nada más. Por eso sorprende que haya ganado el César a Mejor Película en un año marcado por las importantes producciones francesas: la enigmática 'Mustang' que ha arrasado en cantidad de festivales, la divertida y ácida 'Madame Marguerite' o la ganadora de la Palma de Oro en Cannes el año pasado, 'Dheepan'.

Lo que sí canta mucho es el premio a Mejor Actriz Revelación para Zita Hanrot cuando ni es debutante ni se come a su personaje. Premio a todas luces merecido por Günes Sensoy -o en todo caso otra chica Mustang- y que me hace ser cada vez más escéptico con todos estos galardones.


Aunque mis palabras puedan haber resultado confusas, me gustaría concluir reivindicando otra vez el papel de todas las Fátimas del mundo, personas anónimas cuya labor es ninguneada incluso por aquellos a los que más quieren. Mujeres que se ponen el mundo a los hombros y tiran de él hasta quedar exhaustas.

Lo mejor: El personaje de adolescente rebelde, Souad, cuya actitud parece a veces tan injustificable e injusta, pero que desgraciadamente existe y persiste. Actitud que es claro síntoma de la insatisfacción, de una educación que choca con la recibida por otras generaciones y por un sistema a su vez injustificable e injusto.

Lo peor: El tonito de queja y autocomplacencia de Fátima en la parte final de la película.

Valoración: 5/10

Javier Haya

Tráiler



Sinopsis


Fatima es una musulmana inmigrante de origen árabe que es madre de dos hijas: Souad, una adolescente rebelde de 15 años, y Nesrine, una joven de 18 años que está empezando la Universidad y quiere ser médico.

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