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martes, 16 de febrero de 2016

'Solo Dios Perdona', Winding Refn desenfrenado

Recuerdo cuando fui a ver esta película pocos días después de su estreno sabiendo a lo que iba, pero aun así su autor volvió a sorprenderme. Hablamos del director danés Nicolas Winding Refn, director de la aclamada ‘Drive’(2011), cinta que le valió el premio al mejor director en la 64 edición del Festival de Cannes. En esta ocasión se valió de Ryan Gosling para construir un relato audiovisual que sorprendería tanto al público como a la crítica. Y para su nuevo trabajo quiso repetir la fórmula.


Se hace evidente que el actor americano, que ya se había hecho un hueco en el condensado mundo de Hollywood y que se había ganado al público por reconocidos trabajos como ‘El Diario de Noa’(2004), logró dar un giro a su carrera con ‘Drive’, pues desde el 2011 la gente no reconocería ya a Gosling como el joven que aparecía en aquel drama romántico de 2004, sino que a partir de entonces se le conocería como “el chico de ‘Drive’”. Este anterior trabajo de Refn ya dejó claro quién era él –si aún no se le conocía–, presentando una obra silenciosa, sombría, hermosa y brutal. Mucho revuelo comenzó a levantar su nuevo trabajo en el que repite este efectivo equipo director–actor, y no es para menos, porque con su nueva cinta el director regresó, y además con una obra que lo devolvía a sus orígenes. 

Hablamos de ‘Solo Dios Perdona’(2013), una película que huye del cine comercial, que lo rechaza, le escupe en la cara y lo golpea hasta dejarlo K.O. en la lona. Una cinta de corte independiente con un presupuesto inferior a los 5 millones de dólares cuya estética y estructura han sido cuidadosamente modeladas por la mano de su creador. Aun sin tratarse, ni mucho menos, de una secuela directa o espiritual de ‘Drive’, sí se observan algunas similitudes, como la interpretación de Golsing, dando vida a Julian, papel con el que recalcó todavía más y llevó al extremo las características que consolidaban la oscura y violenta figura del conductor sin nombre. 


‘Solo Dios Perdona’ es una historia de violencia y venganza, un viaje desde los oscuros y crudos bajos fondos de Bangkok hasta los rincones más salvajes e inhóspitos del alma humana. Ya desde el principio la película hace gala del increíble juego de luces y sombras y de la magistral fotografía que nos acompaña durante todo el relato. Es interesante considerar el filme desde el punto de vista de la dirección, puesto que cada detalle está laboriosamente cuidado. Todo, absolutamente todo, tiene su significado, tiene un marcado porqué. Cada combinación de luces, cada escenario escogido para cada acción, cada pausa, cada silencio, cada variación del ritmo, cada acto… Todo nos absorberá en una vertiginosa vorágine de sensaciones, pues esta película no solo ha de considerarse desde el punto de intelectual, desde el núcleo del argumento, sino que es una obra para los sentidos, para hacernos vibrar y sentir, estremecer y poner cada músculo en tensión. 


No han sido pocos los que la consideran una obra vacía y de argumento flojo o con poco peso. Un relato con escasos o innecesarios diálogos en que los personajes –principalmente el protagonista– apenas hablan y hacen algo “provechoso” durante el transcurso de la película. Pero esto lo vimos ya en ‘Drive’, y a quien no le gustara, que se abstenga de probar ‘Solo Dios Perdona’, pues esos aspectos se ven repetidos y acentuados. Según críticos y parte del público, las páginas del guión con diálogos de Ryan Gosling son muy escasas, demasiado; pero es que no es necesario hablar cuando se puede comunicar sin hacerlo. Y nos referimos a la base del cine, de lo audiovisual. Gosling ha demostrado que es capaz de comunicar y hacernos sentir mucho más con un gesto, una mirada, con una sonrisa o una expresión, y por ello no es necesario que abra la boca para mostrarnos cómo se siente.


Dicho esto, hay que hacer una gran mención a otro de los actores, uno que quizá llegue a robar con facilidad el protagonismo a nuestro hombre. Se trata del policía Chang, interpretado por Vithaya Pansringarm. Este personaje va a comerse la pantalla desde sus primeras apariciones, y con el transcurso de la historia se alzará como el vengador, el castigador y verdugo de esos bajos fondos. Será el némesis de Julian, su mayor pesadilla, y quedará como un dios todopoderoso e intocable contra el que nadie puede hacer nada salvo agachar la cabeza y aceptar su rendición y castigo. Son diversas las escenas que muestran esa brutal rivalidad y la tremenda energía que existe entre ambos personajes. En ‘Drive’ Gosling era el héroe –el antihéroe más bien– absoluto. Aquí no será más que otra pieza en el puzzle que representa la película, en el tablero que rige Chang con puño de hierro; otra víctima del verdugo que peca y debe aceptar su castigo –tremenda penúltima escena, en el bosque, alejado de la caótica, sombría y malvada urbe (pues es un acto de redención y purificación), en la que Julian, destrozado física y mentalmente, se pone en manos de su demonio personal para aceptar su pena–. Otra escena destacable es la esperada lucha entre ambos, en la que Chang derrota salvajemente a Julian –más joven, alto y fuerte– dejando claro que es superior a él a todos los niveles, y demostrándole que su valentía y decisión jamás lo conducirán a una utópica victoria contra la personificación de una oscura deidad. 


Otro marcado personaje es Crystal, la madre de Julian, interpretado por Kristin Scott Thomas, quien le mandará que vengue la muerte de su hermano. Madre e hijo mostrarán una extraña relación en la que ella ridiculizará a su hijo mientras éste realiza tareas de esclavo y adulación en un desesperado intento por ganarse su amor, respeto y aprobación. Consecuencia de esto es la incapacidad de Julian para amar a cualquier otra mujer, y en el caso de hacerlo, de demostrarlo. Vemos esto con la prostituta Mai (Yayaying Rhatha Phongam), a la que en la mayor parte de las ocasiones verá en el local a través de unas cortinas rojas que simbolizan la barrera invisible que los separa e impide su contacto físico. Solo mostrará deseo mediante las visiones, como en las que aparece introduciendo la mano por debajo de la falda de ella, mientras en realidad la observa desde la lejanía, incapaz de realizar cualquier movimiento. Tal es su impedimento que veremos alguna escena en que este simbolismo es llevado al límite: Julian sentado a una silla, atado, bloqueado mentalmente, mirando cómo Mai se masturba frente a él y manteniendo una expresión fría, vacía de sentimiento y emoción alguna en todo momento. 


Así pues, ‘Solo Dios Perdona’ viene cargada de belleza audiovisual, un minucioso simbolismo y una ola de violencia oscura y salvaje como puede llegar a serlo el ser humano. Una obra con un atípico montaje y un ritmo que en ocasiones hace que nos relajemos y nos dejemos llevar, y en otras hace que nos agarremos fuerte al asiento. Se nota que Refn ha experimentado, ha realizado una película de corte independiente, casi cine de autor, dando como resultado una obra alejada de lo comercial y del gran público, y que ha sido y será criticada, pero que muy probablemente en algunos años pueda ser considerada una película de culto por su aspecto estético y su complejidad narrativa. Aun quedando muy lejos de ‘Drive’, es un filme a tener en cuenta, curioso, extraño e hipnótico, con un tratamiento de los personajes y un guión en general pocas veces visto.


Supuestamente este año podremos ver ‘The Neon Demon’, la nueva cinta de Refn, que por la poca información que se ha dado hasta el momento, es seguro que volverá a hacernos sentir como unos extraños sin preparación asistiendo a un espectáculo insólito y artísticamente transgresor; estaremos atentos. 


Lo mejor: la singularidad de la obra en sí misma, la fotografía y la estética.

Lo peor: la simpleza superficial de la historia y la extremidad a la que lleva el director su propia visión

Valoración: 7’5 / 10

Salva Alberola

Trailer:



Sinopsis:

En Bangkok, el joven Julian, un fugitivo de la justicia estadounidense, dirige un club de boxeo tailandés que actúa como tapadera para su tráfico de drogas. Su madre, jefa de una poderosa organización criminal, desembarca procedente de Estados Unidos para repatriar el cuerpo de su hijo favorito, Billy: el hermano de Julian ha sido asesinado tras haber violado y matado salvajemente a una joven prostituta. Llena de odio y venganza, la madre exige a Julian la cabeza de los asesinos, para lo que deberá entonces enfrentarse a Chang, un extraño policía jubilado, adorado por los demás policías.

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