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martes, 13 de mayo de 2014

"Algo fantástico como algo normal"


Esa es la idea clave del realismo mágico, o "lo real maravilloso" como también es llamado comúnmente, por Alejo Carpentier, allá en latino-américa, claro que como viene de allí pues también cabe una mención a este gran estilo literario.

Este tipo de recurso de "normalidad" permite una mayor velocidad sin necesidad de entrar en explicaciones inverosímiles o tan fantasiosas como pueda ser los propios fenómenos paranormales que sucedan. Por ejemplo, qué más daría que se pusiesen a explicarle a Pedro Páramo que los muertos pueden hablar o que La casa de los espíritus de Isabel Allende se parece misteriosamente a Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez. Son cosas superfluas que nadie quiere escuchar, por mucho que pueda parecer interesante una respuesta totalmente inventada. Pero esa carencia de explicaciones es lo que lleva directamente al desarrollo de la historia y que no tengas que preguntarte constantemente cómo es posible que un señor se comunique con las hormigas, con los muertos, con artistas famosos como podría ser Midnight In Paris (Media noche en París, de Woody Allen) o véase cualquier escrito de Julio Cortázar o incluso Jorge Luis Borges a ver si entendéis algo, porque yo no, aunque no sean explícitamente afines al género.




Como el propio Allen diría, no hay que imponerse barreras a la hora de crear, eso hace que te limites y que pierdas el tiempo teniendo que darle un sentido a algo que no quieres dárselo. La mejor explicación sería la que se hace uno mismo, yo lo interpreto como algo que le pasa a un señor borracho que le atrae la literatura tanto como París que fue capital del arte hace unos cuantos años... hasta mitad de película, más o menos.

Lo que te permite ver escenas tan fascinantes como podría ser ver a un Heminway darte lecciones de la vida para escribir mejor o incluso al mismísimo Dalí recurriendo a rinocerontes, algo casi más psicodélico y surrealista que cualquiera de las obras que pueda haber puesto aquí. Pero ya hablaremos del surrealismo.

A lo que quiero llegar, que aún no sé exactamente el qué es, es a que las explicaciones son un recurso con el que el lector que es más exigente pues diga "Ah vale" (Hay explicaciones de películas de viajes en el tiempo o similares que son verdaderamente apropiadas, aunque no se me ocurra un mejor ejemplo que la serie Futurama), pero claro, esto si no queda como mera información prescindible para la historia se convierte en algo pesado por tratar de encajarlo como se pueda. Si estás haciendo una película que trata algún tema, pues claro, tendrás que dar explicaciones, pero si simplemente quieres disfrutar de una buena película o libro sin que el personaje se esté sorprendiendo cada vez por ver fantasmas cuando la peli va de eso, pues seguramente cansa. Claro que si se hubiesen aplicado esto en Los Otros o El Sexto Sentido, pues no habría habido ni película.


Aaron J. Martin

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